En el Día Mundial por el Derecho a la Ciudad, queremos conmemorar el 50 aniversario de la inspiradora obra de Henri Lefebvre «El Derecho a la Ciudad» con una muestra de iniciativas para celebrar este libro desde miradas y espacios de trabajos diversos. En esta edición del boletín, los autores– procedentes de movimientos sociales, gobiernos locales y academia –comparten las diferentes propuestas llevadas a cabo en diferentes formatos –desde debates, paseos urbanos, talleres, artículos, revistas, exposiciones, proyecciones, conciertos, etc. – y diferentes partes del mundo, con el fin de seguir debatiendo sobre este derecho y reflexionando sobre el cómo implementarlo aquí y ahora.
En este medio siglo, la obra de Lefebvre nos ha abierto el pensamiento y llamado a la acción colectiva reiteradamente: nos empuja a enarbolar el Derecho a la Ciudad como utopía o bandera política aglutinadora de reivindicaciones y luchas urbanas contra las expresiones espaciales del dominio del capital financiero, excluyente y segregador; nos llama a la lucha por lograr una mayor incidencia en la definición de las políticas urbanas; nos hace reflexionar y debatir de manera recurrente desde diferentes disciplinas, foros y lugares del mundo. Y tras estos 50 años de lucha podemos celebrar que este derecho ya se encuentra formulado y reconocido en instrumentos jurídicos y políticas públicas, tanto a nivel local como nacional, y cada vez son más frecuentes sus referencias en documentos internacionales, como la Nueva Agenda Urbana.
¿Cuál es la fuerza del mensaje de Lefebvre que nos sigue convocando y llamando a la revolución? La fuerza de la vida urbana que hace «que los mensajes, las órdenes, las presiones venidas de altas instancias se vuelvan contra ellas mismas. Intenta apropiarse del tiempo y el espacio, rompiendo con el dominio que estos establecen, apartándoles de su objetivo, cortocircuitándolos. […] Lo urbano sería así, […], obra de los ciudadanos, en lugar de imponerse a ellos como un sistema, como un libro ya terminado». [i]
La singularidad de la obra de Lefebvre reside en la incorporación de la dimensión social en su teoría de la vida, «lo urbano», que trasciende la dimensión material de «la ciudad», producto físico. Lo urbano es la esencia de la ciudad, la vivencia real del espacio, donde se proyectan las relaciones sociales, el tiempo social y mental. La ciudad es lo tangible, el conjunto de infraestructuras, calles, instituciones… Es la oposición entre el espacio producido por los habitantes, quienes lo usan y sueñan, y el espacio abstracto ordenado del mercado.
Lefebvre nos recuerda que el contenido del Derecho a la Ciudad lo ponemos los habitantes, que somos los que creamos, producimos y vivimos las ciudades. Este derecho propone una apropiación real por parte de los habitantes de sus condiciones de vida y un control de las decisiones que les conciernen. Como dice el propio Lefebvre: «El derecho a la ciudad no puede concebirse como un simple derecho de visita o como un retorno a las ciudades tradicionales. Solo puede formularse como un derecho a la vida urbana, transformada, renovada» [ii]
Celebremos el 31 de octubre, Día Mundial por el Derecho a la Ciudad, haciendo honor a Henri Lefebvre al reafirmar nuestro compromiso a seguir luchando y poniendo en práctica el Derecho a la Ciudad dentro de un hábitat de derechos humanos, para todas y todos.
[i] Lefebvre, H. (1968/2016). El derecho a la ciudad. Madrid: Capitán Swing. Pág. 88.
[ii] Ídem. Pág. 139.